Por Diego Alfaro Palma
“Eg a min vonarskjöld
Rúnir thaer, sem radast hinumegin”
“En el escudo de mi esperanza
Grabo las runas que serán oídas en el más allá”
Hjálmar Jónsson
I
Es poco lo que sabemos de Islandia. A lo más hemos leído en las noticias que hoy es el único país que se ha declarado en quiebra como resultado de la crisis financiera mundial, mientras las demás naciones únicamente han acusado su “recesión”. Esta isla, ubicada entre Groelandia y Europa, está con sus arcas vacías. Sin embargo, si encendemos la radio podemos sintonizar alguna canción de agrupaciones, a estas alturas conocidas, como Bjork, Sigur Ros, Johan Johannson o Mugison, todas provenientes de ese paisaje helado, donde alguna vez encallaron las naves vikingas para establecerse.
El 20 de diciembre de 2006 decidí enviarle un mail a Árni Ibsen (1948-). Nunca sospeché los resultados de esta ocurrencia, muy desfachatada por lo demás, porque siendo sinceros, nadie dedica parte de su tiempo libre a escribirle a un poeta islandés un día antes del comienzo del verano. Era una carta más bien enviada sin ninguna esperanza de respuesta, una botella lanzada al mar y punto. En resumidas cuentas, lo tratada de “Mister Ibsen” y le pedía –luego de haber leído algunos poemas suyos en inglés en la web y sus traducciones al islandés de William Carlos Williams- que me enviara una selección de sus poemas, si es que su voluntad y paciencia se lo permitiera, porque sentía que en su obra abundaba una frescura especial, un tono que la poesía de nuestro país había perdido.
El 19 de julio de 2007 recibí la respuesta. Quién escribía no era precisamente el señor Ibsen, sino su esposa Hildur, quien no pudiendo evitar la sinceridad de mis palabras, decidió responder por su marido. En sus primeras líneas me contaba que llevaban casados desde 1971, cuando él tenía 23 y ella sólo 20 años de edad. Estaba segura de que Árni hubiera respondido mi carta, pero lamentablemente él se encontraba muy enfermo e imposibilitado de utilizar el computador. El 2 de noviembre de 2004 Ibsen sufrió un ataque cardiaco que lo dejó completamente paralizado; sus sentidos se encontraban tan atrofiados que ni siquiera podía ver televisión, por lo que sólo podía escuchar música de la radio. A pesar de esto su cerebro se encontraba en buenas condiciones, lo que lo llevó, junto a la ayuda de su esposa y su hijo, a dictarles un grupo de poemas que publicaría en el mediano plazo. Hildur se despedía de mi carta deseándome lo mejor en mi vida. Sinceramente, quedé destrozado.
Lo cierto es que estuve más de un mes cavilando y releyendo esta respuesta. Un poeta islandés se moría lentamente en una cama y yo era el único ser humano en mi lengua que lo había leído. Decidí poner manos a la obra. Registré cuanta página recogiera sus versos traducidos al inglés; aprendí un poco de islandés, lo mínimo, algo que facilitara entender esas mismas traducciones; leí y recogí; leí mucho sobre Islandia y tuve por varios momentos la idea de dejarlo todo y partir hacia allá, sin dinero obviamente, al menos en la imaginación. Pero por nada del mundo respondí la carta de Hildur, me significaba un peso emocional insoportable, aunque logré, luego de un tiempo un grupo de traducciones.
Hoy dejo ante el lector –el no siempre hipócrita lector- una pequeña muestra de este trabajo. Lamentablemente en el tiempo utilizado perdí muchas de las hojas en que guardaba mis anotaciones y versiones, lo que redujo drásticamente el número de poemas rescatados. Sin embargo, ese mismo tiempo que lo destroza todo –y al que nosotros prestamos nuestras manos y nuestro olvido- hará que esta muestra se acreciente y logre ser el debido homenaje al autor, un homenaje en movimiento, situado sobre una página tan blanca como los inviernos de Islandia, en esta tierra de nadie llamada “internet” y por la que nos desvivimos. Un homenaje a la distancia.
II
En 1999 A different silence, sus obras selectas traducidas al inglés por él y por Petur Knutsson, ganó el Premio Americano-Escandinavo de Traducción. Sin embargo, Ibsen no era un total desconocido en ese momento, su obra ya había sido trasvasijada a idiomas como el danés, el noruego, el alemán y el italiano. A su lengua, por otra parte, había servido logrando significativas traducciones de la obra casi completa de Samuel Beckett, Norman Mailer, William Carlos Williams, Ezra Pound(1) y selecciones de la poesía de Robert Creeley. Probablemente en esas vueltas de páginas, Ibsen se pudo haber topado con las versiones que Williams realizó de Nicanor Parra, de lo cual, no obstante, no hay registro, pero nada se pierde con elucubrar.
Su labor literaria se dirigió por largo tiempo al teatro, con lo cual logró un número portentoso de premios otorgados por organizaciones y ministerios de su país. Su primer poemario Korn de 1975 esperó por largo tiempo a su sucesor, hasta la aparición Vort skarda lif (1990), cuyo título, llevado al español, es Esta cicatrizada vida, en el cual se pueden leer poemas dedicados a Creeley, Pound, Beckett, Rawoth y Williams, pero como remarca Knutsson, en su prólogo a A different silence, esta obra está cargada de nostalgia, de autocrítica y reflexión sobre el lenguaje y el tiempo, todos estos elementos modulados desde experiencias cotidianas y familiares, desde el aprendizaje de un niño, al triste despojo de los ancianos en los asilos.
“El poema en sí mismo es un modo de viaje, una herramienta para la preservación. La palabra preserva los momentos pasados” define Knutsson sobre Ibsen, agregando estos versos del poeta para comprender su idea del ser del poema: “como una fotografía/ nuestro ser en otro/ tiempo en otro/ lenguaje”. En cierta forma la palabra “fotografía” define –con todo su contenido de ser un acto de reproductividad técnica- el ser de esta poesía tan cercana a la que alguna vez erigió su coterráneo del siglo XIX Hjálmar Jónsson (nostálgica y reflexiva, invadida de figuras tomadas del inmenso paisaje isleño), como de la poesía modernista y confidencial de la tradición angloamericana del siglo XX. En Ibsen se pueden hallar las pistas para una lectura no sólo de estos, sino también de poetas contemporáneos y no tanto, como de los irlandeses Seamus Heaney y Louis McNeice, como del polaco Czeslaw Milosz o el inglés y brutal Philip Larkin. Sin embargo, “más allá de todo esto/ mucho más allá de todo esto”, la condición insular de Islandia, su lejanía respecto al mundo, determina un aspecto fundamental del contenido de su poesía, es decir, el hecho de que el paisaje, la casa, las personas cercanas, la lectura, figuran como aspectos significativos desde los cuales surge la palabra.
Al mismo tiempo, debemos considerar otro aspecto de la voz de este poeta. En la década de los '70, como remarca Knutsson, una generación de poetas jóvenes buscó la independencia de la poesía islandesa, una tradición excesivamente “ombliguista”, autoreferente. Se ponen por meta traducir, llevar a su lengua los avances del modernismo de Pound y Eliot, y lo que resonaba en el momento. Hablan de realismo , sin los matices políticos que contuvo esta escuela artística en los países soviéticos, sino que tomándolo como una vía hacia la descripción y crítica de la sociedad, una crítica extremadamente irónica hacia un país autosuficiente económicamente (un país donde el sistema financiero es la base de su “producción”), que daba por sentado al arte como un medio inofensivo. A pesar de eso se les llamó “the funny generation”, lo que a pesar de ser despectivo, mostraba el sentido de su programa (un programa más bien que resultaba de una suma de individualidades), es decir, el de desmitificar la poesía, volviéndola un foco de expresión de lo cotidiano, de manera irónica y crítica, ruidosa y cómica. Ibsen estaba entre ellos y su expresión tomó verdadera importancia para su lengua cuando comenzó a desequilibrarla, recortarla, condensando a tal nivel la palabra, que le devolvió a la poesía islandesa un tono reflexivo que había perdido con el criollismo y el decadentismo. En cierta forma esa generación de poetas hizo el trabajo que aquí resultó de la antipoesía parriana.
Ibsen hizo que el silencio de su tierra hablara entre sus versos, logró, como e.e. cummings, darle otra respiración, sosteniendo la palabra de un dedo ante el abismo. Esto es lo que me parece interesante al leerlo y al traducirlo, de ponerlo en la mesa de la poesía chilena contemporánea (y a esto me refiero especialmente a la joven) extremadamente complaciente, que cree que un caudal de barbaridades (y garabatos y órganos) habla más que un silencio bien aprovechado, que no comprende aún que una fotografía dice más que mil palabras.
---
Notas:
(1)Es necesario mencionar que Ibsen escribó una obra dramática titulada al inglés como The turtle gets too (1984), basada en la amistad entre Ezra Pound y William Carlos Williams. El tema central de esta trata sobre el papel del arte en relación a la vida y a la sociedad, en la era de los medios masivos de comunicación y la Segunda Guerra Mundial.
(1)Es necesario mencionar que Ibsen escribó una obra dramática titulada al inglés como The turtle gets too (1984), basada en la amistad entre Ezra Pound y William Carlos Williams. El tema central de esta trata sobre el papel del arte en relación a la vida y a la sociedad, en la era de los medios masivos de comunicación y la Segunda Guerra Mundial.
2 comentarios:
tan escalofriante como tu historia me parece el que nadie haya hecho un comentario en este post... me parece que tu labor ha sido increíble y me parece que, con el consentimiento ártico correspondiente, lo menos que podemos hacer es traer poemas de polo a polo para que en esta zona del mundo sepan que Árni Ibsen existe y que lo hace mejor que muchos...
Me recuerdas vagamente a un pelirrojo que hace unos años gastaba sus últimas monedas en un ciber de Valparaíso tratando de rescatar a un francés que caía en las trincheras de la Gran Guerra. Saludos
Llego por casualidad a este artículo. Me ha gustado mucho como has contado tu experiencia. Estoy haciendo una búsqueda de poesía islandesa en castellano. He encontrado poca cantidad pero veo que Ibsen merece la pena. Gracias por tu aportación y por la labor que has hecho.
Publicar un comentario